Cuando
ya no queda nada
siempre
conseguimos todo
y en
los párpados vienen a buscarnos
el
verde de las albahacas
que
mantienen las lluvias de mayo
en
las orugas recorriendo los caminos
y
las dificultades que vemos ínfimas
en
las memorias saqueadas
hay
una senda por descubrir
cuando
nada necesitamos
por
ejemplo sin tener nada
percibimos
las manos de quienes amamos
tocándonos
las sienes blanqueadas
y en
las soledades de lo que somos
sin
nadie apresurándonos que devoremos
caminamos
con sus frentes entre los labios
sabemos
pervivir sabemos concentrarnos
en
los detalles imprescindibles
de
no tener nada nos sabemos completos
en
los anhelos soñados
todos
los misterios tienen sus puertas
y
sus cerrojos que necesitan conocer mundo
y
sin embargo se traspasa las fronteras del pan
para
dejar diáfanos los subsuelos
y
que todo caiga los árboles que nos alimentaron
comer
por lo tanto no es conseguir mendrugos
sino
la facultad de no mendigar
hay
quien recibe limosnas de besos y halagos
y el
horno –sin llamas- le quema los ojos
de
modo que no comprendió nada
de
cuanto se le dio regalado
pues
se puede vivir de los signos crudos
beber
en los sueños limpiados
cuando
se descartan los espejos
porque
no es preciso mirarnos
-para
reconocernos-
son
lagunas de los orígenes
cuando
nada necesitamos.
(C) Marta Antonia Sampedro Frutos (2016)