sábado, 11 de enero de 2014

Vivir de milagro, de Marta Antonia Sampedro

Un error marcó
la historia de la Humanidad.
Dos milagros se cruzaron
en la balanza del mundo:
el pan y el vino.

El pan de cada día,
quedó en blando y duro.
El duro para los pobres,
que ablandan con sudor,
y para los ricos el tierno,
que riegan de lágrimas duras
cuando baja Wall Street.

El vino de cada día,
lo beben dulce los ricos,
haciendo un brindis de Bohemia
en grandes celebraciones;
el agrio es para los pobres,
que tragan con alegría
la uva sombría,
en bodas y pocas ocasiones.

A merced del capitalismo transgénico,
resistente a las plagas de protestas,
los milagros cruzados llenan arcas
de gobiernos ricos y potentes.

Y nos dicen que el vino agrio
dulce se ha tornado,
y el pan duro recién horneado.

Pero los ricos, ricos son engordados,
y más pobres los pobres embriagados.

Mientras los ricos rezan
para que la luz no estropee su vino,
el pobre reza
a la espera del milagro
de la leche,
para remojar en ella su mendrugo.

De los peces, no se supo.