domingo, 15 de septiembre de 2013

Menos la lluvia, de Marta Antonia Sampedro

Cuando no esté en mi casa
dejad todo como está conmigo
no entréis como el que roba
no habléis como el que vende
qué fue de esa otra
según contenido
porque mi casa sin mí
no será sino una casa más
en la que alguien plasmó
con la piedad del tiempo
las fotografías de mis padres
y un hermano que aún canta
las mantas de mis perras
y el sobresalto de ver
un búho en el árbol
se viene conmigo una visión
de la vida que ya no regresa
regalad mis plantas
que mordisquean
avispas y ratones de campo
a vecinos y amigos
y no dejéis que se mueran
en una imposible espera
los días que vengáis
traed pan a los cinco gorriones
de las tres y media
y sus crías de cada nido
y si suena el timbre
será Josefa mi amiga anciana
que olvidó que estoy muerta
no tengáis miedo a la ausencia
no sigáis la costumbre
que es triste para el recuerdo
de los que ya no son nada
ver la casa muerta con el muerto
y las vivencias son ya ningunas
pero tampoco me busquéis
porque ya no estaré en ninguna parte
ni iré a trabajar es decir es mi fin
quiero por lo tanto
que mi casa no parezca
cuatro muros destartalados
que huelen a herencia apresurada
donde nadie quiere saber nada
sino en las cuentas del cuándo se recibe
ante notario la buena venturanza
se corta el agua
para no pagar todo
-menos la lluvia-
los mínimos de ninguna luz
y donde no hay brillo ni persianas
sino gatos por los tejados
y por los cuartos las arañas
que con la muerte de la casa
ya entraron en confianza.
  


domingo, 1 de septiembre de 2013

En cualquier lugar de agosto, de Marta Antonia Sampedro


Una lógica es que estando
en la fiesta del pueblo
observando el campanario,
las gentes conocidas de siempre
mientras la orquesta desafina o acierta
el alcalde comunista se sienta en la piedra,

muchos recuerden cómo eras de niña
y te pregunten cuántos hermanos
emigrantes aún quedan,
el castillo se venga encima
llevando mil años pareciéndolo
a pesar de ignorarlo por costumbre,

una lógica es que mirando
los destellos de los jazmines
que te vienen sin buscarlos a olerte
las casas caídas bajo la luna llena
y las nuevas sobre la memoria callejera,
te veas reflejada en las niñas que corretean
con sus vestidos amplios planchados
y sus sandalias de verano relucientes,

trasieguen las nubes de la noche
acariciando las hojas de olivares
mientras recuerdas a seres que viven
aun sabiendo que ya son cruz
en el cementerio más lejano y triste,

una lógica es que escuchando
las letras de los diálogos festivos
se agolpe todo cuanto fuimos
en todas las partes donde nos sentimos
medio muertos y medio vivos,

entre todo esto es lógico que conduciendo el auto
a la luz del campo dormido
cuando aparezca una lechuza
volando ante el cristal
cruzando la campiña sus alas de lino
las luces de emergencia se enciendan
para apartar del camino a un ave
deslumbrada quieta joven
y más allá una estrella fugaz te resucite
otros agostos
y concretes el pensamiento más urgente,

lo lógico es que pidas
el deseo más grande que tienes guardado
y escondes,

-sólo las estrellas no preguntan motivos-

y así una piensa ahí va el desafío
con este no creo que puedas,

tener la suerte de que mis ojos no mueran
antes de volver a verte aparecer
en cualquier lugar de agosto,

y la estrella responda
no es posible de sobras lo sabes
pide otro antes de que muera,

lo lógico es que al día siguiente
cuando vuelve la noche
y abundan las pedigüeñas estelares
con luna o sin luna con aves o sin ellas
recorriendo pensamientos y nubes deshechas,
una siga en el mismo tono
aburriendo estrellas que nunca amaron.
  

(C) Marta Antonia Sampedro Frutos