martes, 31 de julio de 2012

Los días que nos queden merecen ser vividos, de Marta Antonia Sampedro


Los días que nos queden
nadie ahuyentará tu alegría
reirás como siempre
pero sin miedo a reírte
llorarás de risa
que es cuanto pertenece
y lloraré tu ausencia
al sentir que tu buena estrella
golpeó sin piedad a la mala
lucirás un vestido limpio
sin escuchar humillaciones
mostrarás tus manos nuevas
y quizá ya no veamos juntas
esta feria de agosto
que nunca sus luces
te iluminaron los ojos
porque la bestia estaba
en la casa de las cenizas
pero ya vives tu dicha
sabiendo que hay otra vida
el derecho a ser mujer
sin las cadenas del monstruo
y todo tu dolor será olvido
un mal sueño que duró mucho
nadie te pondrá en la mesa
tus lágrimas de cera fría
para que las comas en ayunas
y en las sábanas se derritan
porque ahora tu alimento es envidia
de las ninfas de las fuentes
que rezan a los gatos
y a las cigüeñas del campo
y dicen cuando pasas
ahí va Josefa la nena
y sin embargo vas para noventa
dejarás de soñar con muertos
que te siguen amando en sueños
los muertos que te dieron sonrisas
y ahora serán ellos
los que sueñen contigo
ahí va Josefa mi niña
qué andar tan precioso y qué risa
y eso que soñé que lloraba
habrá sido la indigestión
de un mal lucero nocturno
los días que nos queden
merecen ser vividos
puedes cantar cuanto quieras
y pintar pasados que imaginas
puedes soñar con vivos
y al despertar están contigo. 



miércoles, 25 de julio de 2012

En todas las aguas hay flores que no duermen, de Marta Antonia Sampedro



El viento llega cálido
del sur que nos acoge
llegan al mismo tiempo
en su vuelo de silencio
murciélagos y golondrinas
y en la rapidez oscura
aligeran con sus granos
todas las hormigas
no saben que el amor
quedó guardado en alacenas
en los bálsamos de la vida
y les basta saber que existen
para olvidar tanta herida
llega en los sueños estivales
de la joven de sus entrañas
llega en el paladar de las piedras
y en el rosal que trepa
inventando sus hojas y espinas
saben que en todas las aguas
hay flores que no duermen
y vienen una a una las estaciones
segadas por sueros de tierra
o en las siembras recogidas
llega el milagro dormir a la luz
de un tiempo de ventana
donde la noche forma aromas
del hombre que recuerda
riendo o que llora y se aleja
pero al cerrar de ojos
nos acaricia la cara que sueña
llegan en el aire los años
el tiempo que fuimos
cigarra en la sombra
paloma de guerra
jilguero taciturno
de todo el tiempo que llega
en este sur que nos acoge
gritar nos da la muerte
llega el día y trae la noche
y la luna la mañana
por milagro entiendo
que no podamos evitar
que en toda ternura
haya resistido un ensueño.


lunes, 16 de julio de 2012

Poemas escondidos, de Marta Antonia Sampedro



Por qué lloras en las piedras

vencido de añoranzas

por qué lloras en los árboles
calmado entre las aguas
por qué lloras en los cielos
sin alas que te aguardan
por qué lloras en mis ojos
vacíos de mis lágrimas,

si de dolor y de besos
de hierba y de arena
de risa y de letras
los días fueron desperdigados
por lo único que tenemos,


ve más allá del ataúd de los cerros
y estaré apartando la tierra
que te agobia y desespera
ve a los rayos de tu pelo
en la soledad de tu espejo
y estaré en tus párpados
ve adonde quieras
incluso al infierno de este vacío
que nos dejó sin alma o abrazo
y ahí estaré de nuevo
en tus poemas escondidos,

deja de llorar en las aceras
y en los turbios cristales
del mundo que ves a ciegas
deja de llorar porque me amaste
y aún me esperas en tu puerta
por haber soñado que nos vemos
y en las noches de nuestros mundos
deja de llorar porque los instantes
fueron propiedad del sueño
y cierra tranquilo tus ojos
y deja de llorar amor
deja de llorar te lo suplico
que cuanto fuimos insiste
y no podemos reír
como quisiéramos
pero es suficiente amarnos
sin escucharnos la voz
aunque la luna sea tormenta,

porque amarnos era esto
tan etéreo y fugaz
como la estrella del Rumblar
que una vez pasa y se desarma,

amarnos era buscarnos
a cualquier hora y cualquier día
amarnos no significa vernos
sino estar a un paso de encontrarnos
y no llores nunca entre las piedras
porque no es cobardía
tal vez no haber amado
y el profundo miedo
a los poemas de amar.



domingo, 1 de julio de 2012

Poema- o cuando no queda nadie-, de Marta Antonia Sampedro


El mejor de los poemas
me lleva de la mano desde temprano
aunque ese día ser poeta no quiera
-todos tenemos días incompletos-.

Cuando sola visito la plaza
y los ángeles de bronce señalan
cielo pintado de sílabas vanidosas
que se desvanecen mayúsculamente
mientras sus aves burlonas las quiebran
entre el correr del agua plomada,

cuando paseo por los barrios pobres
y no hay dios o no lo veo de ninguna manera
pero encuentro a hombres y mujeres
que alguna vez creen haberlo saludado
porque bienestar social les ha dado bonos
para el pan de cada día
o un calendario con santo,

cuando pienso que los hijos de todas las madres
es posible que sepan que no solamente envejecen
años arrugas artrosis amnesias,
sino olvidos omisiones ológrafos perdidos
esos desamparos llamados tristezas aisladas
y regresan al beso materno y a las dudas.

El mejor de los poemas
a veces se escribe muy solo
aunque ese día no se quiera ser poeta.

Cuando amar es un abuso disfrazado
y en las tildes de la mentira resaltan en negrita
todos los mejores bufones acróbatas
de los paraísos más usados y vendidos.

Cuando los ejércitos maldicen los pueblos
a cambio de una migaja de poder
y dos bocados de disparos
se revolucionan los versos
de cualquiera que entienda de muerte fresca.

Cuando pienso que todos los poetas
llevan sus riquezas en un bolsillo estrecho
que de vez en cuando revienta por sus costuras
más tiernas,
y aún puedo ser la niña que fui
sin que nadie me compre con palabras
por no entender del redondez de monedas
sino de perros, dientes que caen, agua y piedras,
soldados de papel y generales sin banderas,
y los apartan de todos los sitios silenciosamente
porque valoradas del cero al diez
consideran inapropiadas todas las respuestas
de su comandancia en Letras.


Y luego llega la noche y sus sentencias
y se amontonan con sus ruidos
sus circunstancias y sus hazañas blandas
y se deben reunir calamidades y esperanzas
para dormirlas en sosiego anestesiadas.

Cuánto verso queda a las puertas del sueño
mas cuánto se pierde de día, entre los silencios.

Cuando ya no queda nadie sino el poeta
los modales quedan llenos de comparecencias.
Es entonces cuando se escribe
con los ojos cerrados
el mejor de todos los poemas.

(C) Marta Antonia Sampedro Frutos