martes, 26 de octubre de 2010

Dormía la noche en tu día, de Marta Antonia Sampedro

Dormía la noche en tu día
el anillo de mil recuerdos
y los versos comenzados
un nueve de nuestros mayos
en torpezas de juventud,

quién te hizo el daño
donde tu voz quedara
apaciguando…

la muerte,

anestesiando…

tu dolor
que te robara un suspiro
en desesperanza,

apenas la noche descansa
adonde te has ido para el resto
del otoño eterno sin hojas
en los agotados por última vez,

malditos sean los que viven
para morir a los que aman,

el cielo se rompe
con la luz de la luna,
tu cuerpo se ha roto estrellado
con la tristeza insuperable
del terror al desamor,

aquel cuerpo que amé
aquella risa que amé
todo cuanto de ti amé
y a veces sueño
y se ha perdido hoy,

malditos sean los que viven
para apagar la sangre
de los amantes que tuvieron futuro
entre sus tiernas manos,

ya no existe el mañana
que este hoy mató a llanto,

sólo queda un anillo guardado
un recuerdo de nuestros quince años,

malditos sean los que buscan vida
devorando sentimientos,
malditos monstruos
que sobreviven
a cambio de las muertes
de quienes los creen.


(C) Marta Antonia Sampedro Frutos (2010)

viernes, 15 de octubre de 2010

La estrella de cada noche, de Marta Antonia Sampedro

En la noche como siempre
la estrella aparece en su letargo
sobre la luna o bajo el charco
de los callados barrios
y en la cola del caballo atado
donde el aire duerme en sigilo,
el otoño cruje en las nubes
soportando el tenso futuro
los caminos se apresuran
se esconden en las huertas
las minas abandonadas
el sudor del bárbaro olvido
de los hombres que agonizan
en los recuerdos de las sangres
y las toses ácidas del desespero,
nada se oculta a la estrella
de la noche como siempre,
pasan los perros abandonados
que todos conocen solos y sin nombre,
las hormigas lentas sacan dientes
a la tierra malherida de avaricias,
y todo como siempre
es la estrella de las noches,
quien dirige al obrero a su guarida
al rico a su codicia y cuentas
a los santos a las cuevas
y a los demonios a la pesca,
seguramente la vida deberá ser
aquello que nos recuerde
en lo más alto en lo más hondo
de lo que somos al ver la estrella mudos
sin pasados y los dedos sin días,
el presente nos late rápido
en los pechos dolidos y las mentes perplejas,
los sentimientos quedan como siempre solos
al lugar donde por derecho pertenecen,
nadie nos ama tanto como el propio corazón
golpeando a la razón hacia la estrella,
la noche como siempre es nuestra
sorteando caminos de obras
y a lo lejos queda sin lugar
la perversión humana de los tiempos
donde el malo se cree bueno
y la bondad se valora en céntimos,
ojalá en las noches se escuche
el suspiro de la estrella como siempre
el sueño nos abrume de posibilidades
y la realidad que nos confunde
nos transforme en valientes.

(2010)

viernes, 8 de octubre de 2010

Bajo el cielo de octubre, de Marta Antonia Sampedro

Se abrieron los ojos de la higuera
de mañana, cuando mi madre llegaba,

lenta, anciana, risueña, clara,

mi madre alzó la mirada,
le dijo Eres un hermoso árbol
que el señor te cuide en las tormentas,
y ella le contestó con luz de estrella
en sus hojas de lila alba,
Señora es otoño y sueño,
siempre sueño con su llegada.

La mañana despertaba
cuando mi madre llegaba,
alegre, cansada y guapa,

al poco cielo abierto
dormíamos bajo el cielo de octubre
y cientos de tejas árabes,
los gallos cantaban lejos,
mientras yo soñaba con mi madre
en la realidad de mi casa,

con sus manos y su cara,

y al abrir los ojos
el sueño de octubre
nos hablaba con la mañana.


(C) Marta Antonia Sampedro Frutos (2010)