martes, 28 de septiembre de 2010

Poema de tus ojos que recuerdo azules, de Marta Antonia Sampedro

Tus ojos eran miel para los míos
donde miraba las rubias hojas de los trigos,
mas los recuerdo azules
en los sueños profundos de los poemas,
azul de camisa azul manchada de cielo,
mejor dicho el cielo en tus ojos
en el Guadalén de un Linares desierto
y en las huellas de los granados mordidos
por las pequeñas abejas de papel,
tus ojos eran mis noches
de búhos en vuelo y romeros
mis mañanas menos agrias
la exenta tristeza dejada
la espera de tus azules,
tus ojos cortando el rastro
de la estrella fugaz del verano
sembrando las ondas de los barcos,
tus ojos que recuerdo azules como esta tinta,
tus ojos que eran miel,
tus ojos que sueño azules…
de qué color serán ahora sin amor.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Desventajas compatibles, de Marta Antonia Sampedro

Bécquer supo del amor
y de las golondrinas
que a los balcones sus nidos a colgar
llegaban en primavera,

y nadie se para a pensar
cuánto esfuerzo cuesta hacer un nido
donde no lleguen los gatos o las malas lunas
ni el cansancio que parte los sueños,

con la vida observo
que ser poeta tiene
muchas desventajas compatibles
con los poemas,

entiendo de otoños y de gorriones
que a los patios silenciosos regresan,

no buscan amor,
no tienen prisas,
no hacen nidos
ni en las higueras
ni en los huecos de los tejados
corrigen ni una tilde,

pero lloran
y ríen y piensan
y dicen no y dicen síes,

nunca mueren los gorriones
aunque por dentro se sientan muertos,
como nunca mueren los poetas
aunque por dentro se sientan medio vivos,

la fortaleza de los gorriones
es compatible con los poetas
porque juntos mueren o viven
en los silencios de los patios
cuando las golondrinas rompen
sus alas una y otra vez sin amor
tan a lo lejos de los suelos.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Los murciélagos que no lloran, de Marta Antonia Sampedro

Cualquiera observa que está ebrio de olvido,
escapado y en sosiego de ceguera
en el fin de sus peldaños,

está sentado con sus ojos de pus,
-a veces las lágrimas convierten
el dolor en pomada-,
y su pecho ya no se mueve
ni con oxígeno prestado del 061.

¿Dónde están sus hijos?
Culpándolo.

Sus brazos caen de la silla,
su boca muerde la silla,
¿dónde están los de su rh?
Volando con los murciélagos
que no lloran.

Ojalá alguien sepa que está muriendo
y ojalá y la noche no esté extraña
y reconozca el día su debilidad
en el suelo sin raíz que lo ampara.

¿Dónde están sus hijos?
Construyendo el cielo duro
donde no podrán volar
por el peso agrio del recuerdo.

Los mosquitos lamen su vaso,
el aire reseca sus labios que no hablan
y como otra noche pensará
que la muerte ronda su ventana
y la mañana será más fuerte
que la oscuridad de los murciélagos.

¿Dónde están sus hijos?
Entre motivos para seguir el baile
de alas cortas
donde el amor es un clavo ajeno.

La mañana sentencia
que está muerto
-naturalmente muerto-
de muerte natural a olvido.

¿Dónde está su amor?
Con su obscenidad perversa
rezando como lobo hambriento
que una presa lo crea bueno.

Los aviones pasan la noche simulando estrellas,
y mientras el sacerdote habla con Dios
con adioses los murciélagos que no lloran
se preocupan del hombre que no tuvo pasado
-y qué les dejara en herencia-
a pesar de tener sus genes,

y siguen con la vida en vuelo oscuro
sin lágrimas que derramar.
(2010)