viernes, 31 de julio de 2009

Vuelo de abrigo y estorninos, de Marta Antonia Sampedro


A mi hermano José Joaquín,
en su memoria.


De todos los meses de julio
quedó uno en la memoria.

Mi hermano yacía perdido,
sus pestañas y ojos dormidos.

Lejos de la muerte
está el recuerdo de un niño.

Tus manos rosadas de sílabas,
tu cabello de sombras fino.

De todos los meses de julio
quedó uno en la memoria.

Amanece la palabra y su sitio,
mas nunca anochecen
las auroras blancas de los julios.

Hay libertad en la muerte
pero yo te prefiero vivo.

Y en los cielos de los sueños
aparece tu vuelo
de abrigo y estorninos.

De todos los meses de julio
vuela en recuerdos un chiquillo.

martes, 21 de julio de 2009

Ilusiones lunáticas de amor, de Marta Antonia Sampedro


Traen la luna o eso dicen
y la colocan en el techo
mientras te perfuma
un olvidar conceptos,

dicen muy seguros ahí está
si la ves redonda me amas
y por supuesto te amo
me apropié de ella acaso la robé
para sentirnos bastará el espejo.

Aunque sea una lámpara
y asomen sus tornillos oxidados
la luna se forma tal y como sabemos
con sus astronautas blancos lentos
y sus cráteres vacíos y negros.

Ni el presidente de la comunidad
de propietarios y sus actas continuas
el arquitecto que ideó los planos
los diccionarios de ciencia atípica
subrayadas las mentiras
en los libros sagrados
y sus malos versos.

Nadie en el mundo impide
que la luna quepa en la casa
de los enamorados solos,

por supuesto los oftalmólogos advertirían
miopía astigmatismo ojos tuertos.

Sospechamos que es imposible
y aun así anotamos la luna está ahí
lástima que nadie la vea excepto nosotros
los que sabemos estar muy ciegos.

Hay veces en la vida
-aclaremos que es necesaria la noche-
en que los momentos que se pierden
valen más que el tiempo que nos quede.

Luego de día mejor dicho cuando amanece
vuelve la lámpara o la escayola
ocultando desperfectos viejos,
los milagros se evaporan y la luna
ha sido detenida por los guardianes
-hay quien los siente ángeles rebeldes-,
y en realidad son nuestras razones,
que traen sin luna a quien recordemos.

De la obra de la autora, "Reverso calamitas".

jueves, 16 de julio de 2009

Entremedias, de Marta Antonia Sampedro


La muerte era
como la habitación a oscuras.

Frente a su lecho,
luz color anís aguado,
entremedias
de unas cortinas unidas
que hacían camino
de la gran penumbra negra
de la oscuridad
más rotunda.

Lloraba por ella misma,
lo sabía tan cierto,
y a falta de público de entierro
en las sombras figuras
esbeltas, gruesas,
altas y bajas acompañaban
su cadáver latiendo.

Entremedias de hojas de lecturas
que ya no comprendía
en su tiempo,
no estaba sola.

¡Oh, qué mujer llora
en su propio entierro!
Pérez Galdós en isa canaria
gimiendo.

¡No vale gemir
cuando mañana cantarás flamenco!
José Agustín Goytisolo animando
a un muerto.

¡Bendito el verso
que se robe al aire parado!
Miguel Hernández combatiendo.

Y Antonio Machado en silencio
se recuesta a su lado,
sonámbulo, que no muerto.

Ella sabe que el exilio de un poeta
es a veces la propia espera
de comprenderse a sí mismo
en las Letras.

El agua corre
tras la luz.

Murmuran los versos.

Las golondrinas
del patio del edificio
duermen.
Todo es quietud.

Mas las sílabas aletean
espantando tinieblas.

Duerme, niña poeta.
Entremedias de la muerte
está la vida.

Sueña que vuelas.


De la obra de la autora, "Arma de pluma”.

viernes, 10 de julio de 2009

Dónde están los gritos de los hombres, de Marta Antonia Sampedro


Miro los pájaros con sus plumas,

miro los campos con sus hojas,

miro los libros con sus páginas,

miro las aguas con sus ondas,

miro las montañas con su arena,

miro a otros niños, con sus derechos,

todos tienen cobijo y sopa.

Y miro a otros niños, con sus padres pobres,

con sus miedos pobres y sus pobres voces

que Perú consiente bajo la mano dura

de un gobierno que los ignora.

No quiero morir de frío, todos lloran escondidos.

Dónde están los gritos de los hombres,

cuando callan que no tengamos ni abrigo.

De la obra de la autora, “Reverso calamitas”.