martes, 28 de octubre de 2008

La estrella de Goliat, de Marta Antonia Sampedro



Reunidos un par de rebaños
sobre pastos mullidos
me dicen no fumes
obedece la ley de humanos
en vez de no cantes salmos
no controlados,

tienen blancos los trajes
y negras las corbatas
me dicen descansa más
en vez de no vivas tanto,

lucen palabra de dios
y sílabas amarradas
me dicen no te agotes
en vez de no escribas versos
no importunes a los todopoderosos
verás, te hundiremos a saco,
te advertimos orando,

todos se aman demasiado
y se miran de reojo
por si acaso caín anda disfrazado
refuerzan su onda de acero,
me dicen baila tus huesos
en vez de no defiendas a los ateos,

celebran la vida eterna
anticipadamente anunciada
me dicen vive tranquila
en vez de estás condenada,

señalan de mi frente de poeta
la estrella rebelde de Goliat
me dicen solitaria amarga
en vez de feminista libertaria,

se pasan caldos calientes,
bodegas enteras frías
me dicen que beba es gratis
en vez de embriágate
como nosotros los elegidos,

y sigo mirando atenta
sus trajes blancos inmaculados
con un cigarrillo en la mano,

cantando rimas prohibidas
por dirigentes de mentiras,

descansando al vivir la hierba,
extasiada de escribir risa y lamento
apartada de sus desconciertos,

bailo sin ellos y pienso
qué tranquila y condenada me siento,
alabados sean los versos ateos,
solitaria por gracia y decidida,

aunque no ebria
del vino por sangre
en la comunión
de nadie tan perdido
que necesite culparme
de sus delitos tibios.

Mientras tanto,
Dios ya se ha ido
hace bastante rato.


(C) Marta Antonia Sampedro Frutos (2005)

martes, 21 de octubre de 2008

Dónde están las mujeres, de Marta Antonia Sampedro


En la Isla de la Paz,
había tanta paz
que fui cauto
(desde cuándo la paz
no conlleva guerra).

De igual a igual
los hombres me hablaban.
Comíamos a placer,
bebíamos caldos.
La madrugada igual era
que la atardecida.

Entrada la confianza,
pregunté
Dónde están las mujeres,
cuando no nos sirven
la mesa,
las ropas perfumadas
y cosidas,
nos preparan la cama.

-¿Alguna, en concreto,
es tu deseo?-
me preguntaron,
abriéndome el paso.

Contesté
No entiendo.
Todas van ocultas
con mantos religiosos.
A ninguna distingo
o reconozco.

Rieron mi inocencia,
que yo expresé evidencia.

-¿Tu dios permite la igualdad?-
me interrogaban,
como quien habla
a un enemigo.

En la Isla de la Paz,
había tanta paz
que fui cauto
(desde cuándo una verdad
no conlleva una mentira).

De la obra de la autora, "Bitácora de errantes"

sábado, 18 de octubre de 2008

Vivir de milagro, de Marta Antonia Sampedro

Un error marcó
la historia de la Humanidad.
Dos milagros se cruzaron
en la balanza del mundo:
el pan y el vino.

El pan de cada día,
quedó en blando y duro.
El duro para los pobres,
que ablandan con sudor,
y para los ricos el tierno,
que riegan de lágrimas duras
cuando baja Wall Street.

El vino de cada día,
lo beben dulce los ricos,
haciendo un brindis de Bohemia
en grandes celebraciones;
el agrio es para los pobres,
que tragan con alegría
la uva sombría,
en bodas y pocas ocasiones.

A merced del capitalismo transgénico,
resistente a las plagas de protestas,
los milagros cruzados llenan arcas
de gobiernos ricos y potentes.

Y nos dicen que el vino agrio
dulce se ha tornado,
y el pan duro recién horneado.

Pero los ricos, ricos son engordados,
y más pobres los pobres embriagados.

Mientras los ricos rezan
para que la luz no estropee su vino,
el pobre reza
a la espera del milagro
de la leche,
para remojar en ella su mendrugo.

De los peces, no se supo.



(C) Marta Antonia Sampedro Frutos (2005)

martes, 14 de octubre de 2008

... Cometa soltada de la mano, de Marta Antonia Sampedro

Amar no se sujeta.

Es una cometa soltada de la mano
a merced de los deseos inesperados.

El huracán de las miradas,
ritmo de sangre,
gotas dulces y lentas.

Un planear sin límites
entre pausas silenciadas.

Buscar al otro,
un desespero
de no caber en el viento.

Tocar acantilados.
Luego tierra.

El volar de la sorpresa.

Del libro de la autora, "Días en Singapur"

lunes, 13 de octubre de 2008

Velo de sirena, de Marta Antonia Sampedro

Cuando de nuevo muera,
no enterradme en la tierra.

Recoged mi cansado cuerpo,
mis pensamientos viejos
y lanzadme, despacio,
a las aguas de acequias,
mares o riachuelos.

Quiero morir pausadamente,
burbuja límpida de recuerdos;
a buceo de onda dormida
encontrar otra orilla,
quedarme tranquilamente,
ser vigía de mi espectro.

Faro cubierto,
o callada campana de iglesia,
barcaza hundida
y borrado nombre,
sin puerto.

Sirena ser ante la muerte,
de aguas quiero mi velo.

Alimento de nadie,
deshacerme en algas,
un sudario de verde intenso
y corrientes
que a libertad naveguen
hacia fuentes,
pantanos, glaciales,
lluvias de nieblas...

Muerte solamente.

El agua me abrirá
sus brazos de misterio;
sentiré que al fin vivo
mi muerte,
y me adormece un sentimiento
de regreso a un lecho
inundado de materia simple
y cieno,
sangre, turbio sudor
y besos.

Regresar al agua quiero;
beberme,
a sorbo de silencio,
aquellos suspiros nuevos
que no bauticen ideas,
documentos yertos,
papeles quemados
por sílabas de vientos.

No enterradme en la tierra.

Suplico,
a mis pobres herederos,
en las aguas ser
sirena muerta,
liberada de anclas y arados
que me apresen en tierra.


Primer Premio del Certamen de Poesía “Doña Luz”, 2004.
Excmo. Ayuntamiento de Doña Mencía, Córdoba.